JUST ANGER

Okay, pongámoslo de ésta manera.
No soy muy linda, ni demasiado inteligente, tengo millones de cosas que arreglar y por sino fuera poco mi compasión se transformo en la herida más letal que alguna vez me hice.
¿Pero saben algo? No soy algo que puedan subestimar.
Termínenla con el pasar el tiempo, la vida, la experiencia y la sarta de cosas que se les ocurren todos los días para explicarme que lo mío, es una boludez.
Ok, será una gran boludez. Pero nadie está en mi piel para vivirla.
Y es aquí donde pongo fin a todo, no necesito un héroe en mi vida, porque me considero lo suficientemente lista como para manejarla por mi cuenta.
Y no me interesa cuantas veces me caiga o cuantas cosas tenga que soportar, porque tengo el mismo derecho que tienen todos a vivir y no simplemente dedicarme a sobrevivir como la mayoría hace.
¡No señor! Me niego rotundamente a ser conformista. Se que necesito aceptar las cosas como vienen y seguir adelante, pero ¿creer que merezco solo eso y nada más?
Pues no, difiero. Difiero con eso y con las personas que me juzgan.
Porque a estas alturas, mi frase favorita debería ser “ok, como ustedes quieran” y listo, a seguir con mi vida.
Yo creo que acá no soy yo la que ve todo gris y oscuro. Sino que más bien, soy yo la que tiene un problema y le cuesta encontrar una solución factible. Porque más de una vez he elegido la opción correcta  pero me he sentido insatisfecha por haberla tomado.
Y me hago cargo, no quiero poner de excusa mis equivocaciones como fracasos.
Es hora de que empiece a decidir muchas más cosas de las que venía decidiendo, y también llegó el momento de mezquinar la confianza.
Porque si voy a confiar en todos, como lo vengo haciendo, voy a terminar desconfiando de lo único que tengo: mi propia razón y la voz de mi corazón.
Así que lo siento si voy a ofender a varias personas, pero si no estoy bien yo, no puedo hacerle bien a nadie.
Así que ésta es mi gran conclusión después de haber estado dos días en la cama tapada hasta las orejas pidiendo pasar desapercibida por la vida de todos.
Llámenlo como quieran, pero hay algo en mi que hasta diría yo me asombra.
Es una voz que aunque este ahí sin ganas de hacer nada, de mal humor y con amargura, me dice “Ru, levántate y seguí caminando”.  Y se avergüenza de esa chica que no quiere salir a la calle.
Así que ahí caigo en la cuenta de que tengo una vida y que valgo demasiado como para atreverme a pensar en la posibilidad de ser insignificante en el mundo.
Así que puedo decir, ¡basta! Nadie me hará creer que no me hago cargo de mis cosas, y que me falta confianza.
Porque aunque tenga el mal habito de pensar que todo está en mi contra, de a veces cansarme fácil y mandar todo al carajo, tengo la fuerza y la fortaleza suficiente para terminar con eso. Y lo voy hacer despacio, a mi tiempo y a medida que lo voy necesitando. No cuando los demás me aconsejen que sea mejor.
Acá hay muchos sabios que comparten sus “experiencias” para demostrarme cuanto tiempo invierto en cosas que no me aportan nada. Pero comienzo a creer que esos sabios no son más que personas con miedo, que ponen la barrera del optimismo ante todo porque si realmente tienen que vivir algo penoso lo primero que harán es pensar que es el fin del mundo.  Y no se atreven a soñar más de lo que el mundo le ha dicho que sueñen.

Punto final, sayonara.