Donde se habrá ido la voluntad de barrer la calle llena de heridas, y el esfuerzo por mantener la casa de las ideas repleta de arte.No lo sé,  mis manos están descocidas y por ellas de desliza la felpa que había estado rellenado mi cuerpo todo éste tiempo.Ahora estoy vacía, y en la esquina de una casa vieja quedan solo el polvo de paredes gastadas que ya han gritado todos sus secretos.Lo único que tengo, es el pedacito de sol que se derrama por aquel olvidado jardín que observo por la ventana. Cuánto quisiera ir hasta allí, pero en la puerta me esperan las sombras de mi persona, aquello a lo que más temo. Y mi cuerpo flaco y gastado necesita el agua de la lluvia, el viento y el sol para secarse y tu perfume para volverse más suave.Ayúdame, por favor. Que no puedo moverme de ésta silla, y lo único que hago es imaginarme allí, en el pasto de mi jardín. He vertido toda mi fe en aquellas plantas, y puesto toda mi paciencia en el crecimiento de esas bellas flores. Pero en ésta oscuridad, mis manos se vuelven frías y no puedo sembrarlas aquí entro porque eso causaría que sus pétalos tengan la esencia de la angustia.Quien esté ahí, por favor escuche mi voz. Solo eso me queda, ella y mis canciones de esperanza. Mi sonrisa estrecha y el dolor que implica curvarla.