Más allá de tu rostro, en ese jardín olvidado, donde las formas y colores van más allá del tiempo y el espacio, en ese lugar... me gusta verme reflejada. Es dejarme caer en la hierba, esperando que el sol borre todas las palabras que le han hecho daño y peso a nuestros hombros, observo aquel cielo y lo tomo en mis manos.
¿Bastaría como obsequio por tanta amabilidad?
Te escucho llegar, acaricias mi espalda. Y yo con tu regalo en mis manos.
Se escapa una sonrisa, abrazados en ese lugar, jamás tendríamos que volver a querer.
¿Podría ser éste encuentro, el más bonito de todos?
En donde no hace faltan las promesas ni los olvidos, la tierra es más buena. De ella nacen los brotes de cercis, árboles en donde se depositan dulces anhelos y nacen las flores de la sinceridad.
Y en aquel lago de lágrimas, ¿lo ves? Nutre y da vida a los lotos. Donde nadan nuestras amarguras y se hunden junto a las penas para luego salir fuerte y sana la confianza.
Más allá está el atardecer, quién nos entona la dulce melodía de amar, el sonido de los dioses palpita en cada hoja de nuestros circes.
He decidido mirarte, y poner mis manos en tu corazón. “Aquí deposito el cielo”, dije y te obsequié lo que tenía guardado.
Cerré mis ojos y comencé a sentirte.
Aunque compartamos lugares diferentes está bien, porque se que tu amistad y felicidad están conmigo. Y si por alguna razón, nos dejan ciegos los temores y las rabias está bien, porque recordaremos cuán felices somos y estaremos sintiendo lo mismo: lo hermoso que es compartir.
Estemos donde estemos, lleve el tiempo que lleve no habrá nostalgia o vacío, porque los dos estaremos viendo lo mismo: nuestros corazones creciendo, con aquello que llamamos vida.
Y si por alguna razón, tendría que soltar tu mano. Está bien, porque se que fui capaz de tomarla en algún momento de mi vida.
Brilla mi luz en ti, brilla tu luz en mí. Hemos intercambiado nuestros soles y también hemos pintado las estrellas que rondan en nuestras noches. ¿Que más hermoso que saber que la belleza de lo nuestro está en el sentimiento del día a día?
Yo no anhelo la eternidad, sino los momentos construidos a base de paciencia y ternura. Con las manos de amor y fe en que nada más hace falta, que las sonrisas que nos hemos dado a cambio de nuestros sueños.
Guardaré esto en mi cofre de sentimientos, y sacaré fotos de las muchas tardes que te he hecho feliz y de los días en que nos hemos distanciado. Así sabré que darme cuenta que más allá de todo, alguien alguna vez remendó mi ama y me dio motivos suficientes para dar la bienvenida a la locura y el amor en mi vida.
¿Bastaría como obsequio por tanta amabilidad?
Te escucho llegar, acaricias mi espalda. Y yo con tu regalo en mis manos.
Se escapa una sonrisa, abrazados en ese lugar, jamás tendríamos que volver a querer.
¿Podría ser éste encuentro, el más bonito de todos?
En donde no hace faltan las promesas ni los olvidos, la tierra es más buena. De ella nacen los brotes de cercis, árboles en donde se depositan dulces anhelos y nacen las flores de la sinceridad.
Y en aquel lago de lágrimas, ¿lo ves? Nutre y da vida a los lotos. Donde nadan nuestras amarguras y se hunden junto a las penas para luego salir fuerte y sana la confianza.
Más allá está el atardecer, quién nos entona la dulce melodía de amar, el sonido de los dioses palpita en cada hoja de nuestros circes.
He decidido mirarte, y poner mis manos en tu corazón. “Aquí deposito el cielo”, dije y te obsequié lo que tenía guardado.
Cerré mis ojos y comencé a sentirte.
Aunque compartamos lugares diferentes está bien, porque se que tu amistad y felicidad están conmigo. Y si por alguna razón, nos dejan ciegos los temores y las rabias está bien, porque recordaremos cuán felices somos y estaremos sintiendo lo mismo: lo hermoso que es compartir.
Estemos donde estemos, lleve el tiempo que lleve no habrá nostalgia o vacío, porque los dos estaremos viendo lo mismo: nuestros corazones creciendo, con aquello que llamamos vida.
Y si por alguna razón, tendría que soltar tu mano. Está bien, porque se que fui capaz de tomarla en algún momento de mi vida.
Brilla mi luz en ti, brilla tu luz en mí. Hemos intercambiado nuestros soles y también hemos pintado las estrellas que rondan en nuestras noches. ¿Que más hermoso que saber que la belleza de lo nuestro está en el sentimiento del día a día?
Yo no anhelo la eternidad, sino los momentos construidos a base de paciencia y ternura. Con las manos de amor y fe en que nada más hace falta, que las sonrisas que nos hemos dado a cambio de nuestros sueños.
Guardaré esto en mi cofre de sentimientos, y sacaré fotos de las muchas tardes que te he hecho feliz y de los días en que nos hemos distanciado. Así sabré que darme cuenta que más allá de todo, alguien alguna vez remendó mi ama y me dio motivos suficientes para dar la bienvenida a la locura y el amor en mi vida.