Sería solamente yo y mi soledad en busca de aquel lugar.
Pero no importa, se que tu sinceridad está conmigo.
El paisaje se ve mejor desde éste tren de sentimientos.
Se mueve de acuerdo a mi adrenalina.
No necesito más que aquella melodía que me acompaña, la letra de tu amistad.
No tengo motivos que rendir a nadie ni tampoco una razón para entregar.
Tan solo se que se siente bien y que al llegar, me estarás esperando.
Me aseguraré de detenerme en cada estación a estirar las piernas.
Comenzaría jugando a hablar con algún extraño, guardando fotografías que aquellos momentos que me gustaría inmortalizar.
Lo mismo haré con toda esa tristeza, la volcaré en un papel y simplemente la dejaré desaparecer en el mar.
Mientras viajo, sostengo fuerte en mi mano aquel relicario de plata donde llevo el rostro del mejor de los amigos.
Sonrío porque se que el también estará allí, junto a todas esas esencias que aromatizan mi alma.
A lo lejos se escucha a alguien gritar, olvide el beso de despedida.
Pero, yo no vuelvo atrás.
Se muy bien que límite debo ponerle a mis ilusiones, y hasta que altura volar en tiempos difíciles. Solo me queda pensarlo con buenas intenciones, para dejar mi venganza y mi perdón, como diría mí querido Borges: el olvido.
Alguien se ha subido, ella y yo, compartimos el mismo vacío.
Lo bueno de todo esto es que las dos llevamos pantalones gastados,
Y así lo iniciamos, algo que quizás despierte nuestros corazones.
Ojala y nuestras pulsaciones cobraran vida.
¡No es nada! Ambas dijimos. Riámonos juntas de aquel sentimiento amargo.
Algún día éste tren se detendrá, mientras, crearemos un puente de arco iris hacia el abismo.
Porque se que aún velas por mi, y me amas en cada palabra y en cada acción. Ni siquiera se tu nombre, pero solo trato de sentir aquellos impulsos que siento en mi corazón, algo que no me frena y me hace amarte aunque ni siquiera sepa tu nombre.
Mientras tanto, me dedicaré a viajar en éste tren, con ella.
Escuchando a Jason Marz, leyendo aquellas novelas que solo a nosotras nos hacen llorar y juntando nuevas estrellas para decorar nuestros nombres.
¿Qué hasta cuando dolor puede aguantar el corazón, decías?.
No lo sé, ni tampoco se que rumbo deberíamos seguir.
Rushi.-