La madre tierra necesita sentirnos,
seamos concientes, tomemos un tiempo...
Lejos de la angustia, lejos del enojo y de las preocupaciones por lo mundano
AMÉMOSLA, aunque sea unos minutos.
Permitan que ella sienta nuestras vibras de amor,
pidamos perdón por cómo la hemos dañado
e inclinemos la cabeza hacia la gran madre.
Dejemos fluir su bendición,
a través de la paz.
Cuidala, es quién nos ha protegido.
Ahora es tiempo de nuestro propio sacrificio.